El obelisco es un lugar hermoso, está en el medio de la Avenida 9 de julio en la Ciudad de Buenos Aires.
Fui camino allí digamos agobiado, con un dolor profundo, como diciendo, pero quien me metió en esto. Después me contestaba a mi mismo, necesito foguearme, tampoco quiero ocasionarle gastos a nadie que me pueda venir a ver y tengo que pagar el precio para dar a conocer mi obra y mejorar el producto, así que adelante!!!!
Allí tomé un jugo de naranja, encendí un incienso (despues me dijeron, pero que paz que hay aqui) y despaciosamente fui desenfundando la guitarra, preparando mi armónica y este invento maravilloso que adapte que es una pandereta adherida a una base de madera que acciono con mi pie (tengo encargado otro instrumento de percusión de similares características técnicas pero con sonido a hueco, con un sonido bien telúrico).
Estoy recontento porque creo que estoy superando el nerviosismo de presentarme ante quien sea. Además, sorprendentemente, voy mejorando con la armónica. Comprendo que no todo es perfección, ni exigencia o autoexigencia tecnica diez, sino que hay algo muy valioso en la música y en la vida: ARMONIA.
Haciendo se aprende y se mejora. Lo que los Maestros llaman práctica (lo que requiere dedicación y sacrificio).
El ser humano hoy quiere armonizar con la vida, quiere ser feliz, no quiere sufrir.
Con mis canciones me digo que ser feliz es posible y también que es simple, no hay que ceder a la ideologización del progreso que nos aleja de la naturaleza. Con mis canciones me digo para que tantos objetos que en esta carrera de marketing se vuelven obsoletos rapidamente por una cuestion de status. Con mis canciones me digo que no tengo que tener temor de ser yo, con mis limitaciones, con mis intenciones de ir mejorando día a día, con mis ganas de dar a conocer lo que me digo.
Fui camino allí digamos agobiado, con un dolor profundo, como diciendo, pero quien me metió en esto. Después me contestaba a mi mismo, necesito foguearme, tampoco quiero ocasionarle gastos a nadie que me pueda venir a ver y tengo que pagar el precio para dar a conocer mi obra y mejorar el producto, así que adelante!!!!
Allí tomé un jugo de naranja, encendí un incienso (despues me dijeron, pero que paz que hay aqui) y despaciosamente fui desenfundando la guitarra, preparando mi armónica y este invento maravilloso que adapte que es una pandereta adherida a una base de madera que acciono con mi pie (tengo encargado otro instrumento de percusión de similares características técnicas pero con sonido a hueco, con un sonido bien telúrico).
Estoy recontento porque creo que estoy superando el nerviosismo de presentarme ante quien sea. Además, sorprendentemente, voy mejorando con la armónica. Comprendo que no todo es perfección, ni exigencia o autoexigencia tecnica diez, sino que hay algo muy valioso en la música y en la vida: ARMONIA.
Haciendo se aprende y se mejora. Lo que los Maestros llaman práctica (lo que requiere dedicación y sacrificio).
El ser humano hoy quiere armonizar con la vida, quiere ser feliz, no quiere sufrir.
Con mis canciones me digo que ser feliz es posible y también que es simple, no hay que ceder a la ideologización del progreso que nos aleja de la naturaleza. Con mis canciones me digo para que tantos objetos que en esta carrera de marketing se vuelven obsoletos rapidamente por una cuestion de status. Con mis canciones me digo que no tengo que tener temor de ser yo, con mis limitaciones, con mis intenciones de ir mejorando día a día, con mis ganas de dar a conocer lo que me digo.
Mis canciones en youtube:
www.youtube.com/amvermon
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