lunes, 9 de julio de 2012

Roman es Boca.

El presidente de la institución al igual que el director técnico responden a intereses económicos.
Es posible que ellos logren sus objetivos. Los clubes de futbol transformados en empresas, son entidades que sistemáticamente son vaciadas, el amor de los simpatizantes siguiendo los colores del equipo que produce dinero, es esquilmado ante la impotencia de los que hinchas de futbol. 
Parecería que existe una similitud con el pueblo y las naciones, los impuestos son utilizados discrecionalmente por los gobernantes, empresas monopólicas prestan servicios amparadas por contratos públicos, fondos reservados que son una caja negra.
Por un lado la hipocrecía y la prepotencia de los que mandan. Por otro lado una inocencia y servidumbre en los que son mandados.
Fanatismo, nacionalismo, parecen dos vías paralelas, donde siempre hay un antagonismo presente y un rédito que obtienen los poderosos. 
Pero yo me pregunto esta credulidad y sometimiento no tiene una inmoralidad implícita.
Román es un héroe dentro y fuera de la cancha, porque se maneja con amor al futbol y al club. Esto es algo que esta reñido con los valores que imperan en nuestra sociedad en general y en el mundo del futbol en particular. Siempre se ha movido con códigos no sujetos con los intereses económicos y la falsedad e hipocresía de los que manejan este deporte aniquilado y transformado en un negocio.
Su amor a la camiseta y al deporte es indudable, siempre manifestó que el futbol es un juego que hay que disfrutar, no negando la sana competencia pero poniendo en evidencia que las rivalidades son creadas ficticiamente para dividir y sacar rédito de un fanatismo que se basa en la ignorancia y en una realidad que busca escapismo porque esta saturada de angustia existencial.

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